Álvaro Carrillo, el arquitecto ecólogo.
Entrevista realizada por Diego Torres.
Sevilla Selecta.es investiga en esta extensa conversación, el proceso creativo y sensorial en los artefactos y obras arquitectónicas de Álvaro Carrillo, arquitecto malagueño multidisciplinar, acérrimo seguidor de las necesidades eco-lógicas del siglo XXI.
Reciente ganador en los III Premios MATCOAM del Colegio Oficial de Arquitectos de Madrid por su extraordinaria rehabilitación del Cortijo Boquera Morilla, Álvaro nos atiende desde la paradójica libertad que genera esta claustrofóbica pandemia.

Diego Torres: Hola Álvaro, ¿qué te parece la situación actual que estamos viviendo?
Álvaro Carrillo: A nivel global es una pesadilla, no llegan noticias positivas desde ninguna parte. Se hace eterna la espera. Es un virus que redefine el mundo en tiempo presente, día a día. Esta incertidumbre en lo más básico de lo cotidiano, duele. Y a nivel personal me encuentro muy lejos de los míos y de mi país, aunque en un lugar paradisíaco, la isla de Rote en Indonesia, donde el virus está teniendo un impacto mínimo. Esto hace que la situación sea llevadera, aunque no fuera de peligro. Intento tener una rutina de trabajo, descanso y surfing. Hay días que los kilómetros pesan dentro de esta soledad que yo no he elegido, pero no es una queja. Considero que soy un privilegiado.
Diego Torres: ¿Tras esta pandemia crees que cambiará nuestra percepción de socializarnos y sobre todo, nuestra relación con la naturaleza?
Álvaro Carrillo: Espero que los cambios potencien nuestra manera de socializar de «siempre», nuestra vida analógica ahora tiene una simetría digital que es importante y estaba preparada, hemos empezado a ver el potencial de estas herramientas digitales dentro de la vida social o para fortalecer estructuras de trabajo. Es importante que nunca perdamos derechos sociales ni laborales en la incorporación a una vida digital plena. Por ejemplo, el teletrabajo permitirá que un menor número de coches circulen por las ciudades aumentando la calidad del aire en ellas, un tema relevante antes de la pandemia. En ese sentido la naturaleza se va a beneficiar de nuestra nueva manera de estar en el mundo. Sin duda la conciencia medioambiental va a avanzar en los próximos años mucho mas que en la última década siendo las nuevas generaciones los abanderados de esta nueva conciencia global. Hay que escucharlas y potenciar el capital humano.

Diego Torres: Yo también pienso lo mismo, nuestra esperanza es esta nueva generación, los «coronnials». Álvaro, cuéntanos dónde estás y que estás haciendo en esa isla.
Álvaro Carrillo: Estoy en una isla remota de indonesia, Rote, la isla más al sur de Asia. Conocí la isla en 2018 de la mano de Carla Lázaro, dueña y directora del Hotel Boutique Boa Vida y estoy aquí para hacer la futura ampliación del hotel. Se trata de un hotel donde todo está muy cuidado desde la arquitectura pasando por la comida, así como el cuidado del cuerpo. Entre en la isla el 12 de Marzo, un día antes de que España cerrara… y desde ayer 24 de abril las conexiones domésticas entre islas de Indonesia están totalmente cerradas hasta principios de junio…La vuelta va a tener que esperar un poco… Así que metalizado para llevar bien la situación y cuidándonos mucho.

Diego Torres: Espero verte pronto y nos podamos saludar en persona. Comencemos la entrevista: Actualmente, la gran mayoría de arquitectos mantienen una cierta relación humanística con sus edificios, con sus creaciones, con sus diseños. Se establecen relaciones más allá del contacto con los fríos y austeros planos arquitectónicos en papel o las opacas pantallas de ordenador. ¿Cómo es tu relación ante sus intervenciones arquitectónicas?
Álvaro Carrillo: En los años de crisis mi generación ha aprendido a dibujar arquitectura de manera exquisita y a expresar las ideas a través de un amplio abanico de formatos. Sólo hay que revisar los instagrams de arquitectos jóvenes españoles para encontrar dibujos, los cuales considero un producto más que puede generar un arquitecto. En muchas ocasiones son reflexiones visuales que aportan más que muchos edificios construidos. En el momento en el que me encuentro trato de estar en obra a diario, es realmente importante esta relación directa, hay muchos detalles y situaciones que se resuelven en la obra así como trabajar mano a mano con los oficios. Esta metodología suma a la construcción y al resultado final. Esta relación con la materia es la que me interesa ahora mismo, requiere mucho esfuerzo y tiempo pero suele ser muy gratificante.
Diego Torres: ¿Son diferentes tus sensaciones ante un edificio de total creación, desde la nada, desde tu más íntima imaginación, y la de una reconstrucción, una rehabilitación?
Álvaro Carrillo: Siempre tratamos de encontrar en cada proyecto una situación o un punto de partida que nos haga disfrutar y nos enganche. En esto juega un papel muy importante los deseos del cliente, los cuales tratamos como una parte más del proyecto. No conectar con los deseos de un cliente sería como dimensionar mal una estructura o fallar en un acabado. Cada encargo es un reto, independientemente de si es una rehabilitación o un edificio de nueva planta. Cada proyecto es un mundo nuevo al que aplicamos las líneas de pensamiento que desarrollamos en la oficina. Estas situaciones nos permiten que nuestras ideas circulen por los proyectos como un camino de ida y vuelta construyendo así nuestra manera de diseñar.

Diego Torres: Con Casa Boquera Morilla tuvo el privilegio de dar una segunda oportunidad a ese Cortijo. Una segunda vida. Y mantuvo la personalidad primaria del Cortijo, redescubriendo el palomar, transformando los corrales en una alberca, manteniendo esos detalles. Apuesto a que admiras profundamente aquella arquitectura original, aquella simpleza en los conceptos.
Álvaro Carrillo: La relación personal que tengo con Cabo de Gata y su arquitectura es muy intensa ya que siempre he pasado los veranos en su costa y he estudiado la gran mayoría de cortijos de la zona. Para mi oficina fue un reto radical enfrentarnos a una arquitectura a la que respetamos, con la suerte de conocerla profundamente. De estudiante, los libros de Gil de Albarracín fueron un referente para comprender la idiosincrasia de esta arquitectura popular en su conceptualización política y estética productiva. Ha sido fascinante hacer una arquitectura que se mete dentro de otra. Para ello hemos usado estrategias espaciales que nos han permitido conservar la esencia de lo existente e introducir nuevas piezas relacionadas con la manera de vivir contemporánea. Hemos respetado las circulaciones tradicionales de pasar de estancia en estancia, los cerramientos interiores nuevos no llegan nunca a tocar el techo, hemos respetado los elementos heredados de las labores agrícolas como el troje, los pesebres… dándoles un nuevo uso dentro de la vivienda, hemos trabajado con la sombra y no con la luz.
Diego Torres: Me interesa muchísimo que nos describas la colaboración de Ernesto Artillo, ¿cómo surgió?
Álvaro Carrillo: La colaboración surgió de manera natural ya que somos amigos. Conozco bien el trabajo personal de Ernesto y vimos una oportunidad en los suelos de la vivienda ya que eran grandes extensiones de mortero pulido. Ernesto se lanzó a incrustar grandes piedras en el mortero llevando más allá las diversas reflexiones sobre materiales con las que hemos trabajado en la vivienda. Por ejemplo madera de okume, piedras, cerámicas, cales. Tuvimos suerte de tener la cantera de Macael cerca de la vivienda y así poder elegir piedras de deshecho. Esta situación nos permitió abrir el abanico y usar gran diversidad de piedras con geometrías inesperadas que gracias a la composición de Artillo, forma un suelo único que recorre diferentes estancias como la cocina y la entrada dotándola de doble altura. En el patio, Ernesto se ha apropiado de un plano vertical, componiendo un mural con las bandejas que se usan para apilar cerámica a la hora de cocerlas en el horno. Estas piezas, recogen la tradición cerámica de Nijar desde hace más de cincuenta años, introduciendo en el patio esta historia a través de sus piezas y cerrando la escala cercana y acogedora del patio.
Diego Torres: Este proyecto en el Cabo de Gata lo habéis denominado «La casa y el placer», sugerente título para un proyecto arquitectónico. Al concepto espacio-tiempo, añades el concepto de ¿sensualidad?
Álvaro Carrillo: Muchos de los espacios de la vivienda están pensados para relajarse y llevar a cabo una vida hedonista y sana durante la jubilación del cliente. Estas estrategias espaciales se dan por ejemplo en la alberca que se convierte en un carril de nado para estar en forma durante la vejez, o en cómo ésta se introduce en el porche pudiendo estar dentro del agua a la sombra mientras los rayos de sol que inciden en el agua son reflejados en el techo del porche. O en las contraventanas que dejan pasar un hilo de luz muy sutil creando una atmósfera cercana a los bañuelos granadinos con los arcos, recuperados, del pajar de fondo. Es muy acertado el nombre de «La casa y placer» para la sesión de fotos a través de la cual la casa ha sido presentada. Es una casa en la que realmente puedes vivir desnudo ya que las variaciones de temperatura en su interior son mínimas gracias al aislante térmico.
Además de poner en valor un paisaje como el de Almería donde el nudismo es reclamado y practicado en la mayoría de sus playas por la gente que lo desea. La sensualidad se construye aquí con cuerpos, así como con estrategias espaciales apoyadas en una revisión tecnología de la arquitectura tradicional almeriense.
Diego Torres: El éxito de un proyecto radica en el equipo profesional que lo crea y gestiona. Se necesitan muchas disciplinas creativas. ¿Cómo se distribuyen estas disciplinas en tus proyectos en edificios que tuvieron una vida anterior?
Álvaro Carrillo: En la oficina no nos gusta distinguir entre las escalas tradicionales de la arquitectura como son el urbanismo, la arquitectura, el interiorismo, etc…
No se podría entender el uso de la sombra sin en diseño de las contraventanas o los espesores de los muros. Así como el uso del suelo radiante que está oculto pero es un gran protagonista a la hora de dar confort a la vivienda. Hay un orden y conexión en todas las escalas de la arquitectura, debe aliarse con él y desarrollarlo. La arquitectura tradicional tiene una condición inquietante y es que en la primera visita de obra con los muros derruidos y cubiertas caídas podía ser habitada y disfrutada en ese instante. Nuestro trabajo ha sido poner en valor ciertos elementos y volver a descubrir la riqueza espacial que siempre habían tenido esos muros.
Diego Torres: ¿Qué elementos y qué disciplinas deberían acompañar siempre la labor de un arquitecto?
Álvaro Carrillo: La arquitectura está presente en gran parte de las discusiones actuales, por lo que para nosotros es muy importante incluir en nuestros proyectos la opinión y las ideas de una gran cantidad de profesionales. Entender nuestra profesión así, nos lleva a tener que estudiar y tener una base que nos permita relacionarnos con las demás disciplinas. Nos interesan todas las disciplinas y tratamos de acompañarnos de ellas cuando el proyecto lo requiere o viceversa.

Diego Torres: Paisaje y arquitectura, descríbenos la importancia del entorno en Casa Boquera Morilla.
Álvaro Carrillo: La vivienda se encuentra en el interior de Cabo de Gata, rodeada de un paisaje radical, colapsado por invernaderos sobre una superficie desértica bastante impresionante pero descuidada totalmente. En los inicios las estructuras livianas y translucidas de los invernaderos fueron una referencia, aunque rápidamente nos dimos cuenta de que la relación de los almerienses con los invernaderos es de amor y odio. Representan la riqueza económica de gran parte de la comarca pero al mismo tiempo es detestada como algo negativo que contamina el paisaje. Por lo que la vivienda se relaciona de manera directa con el paisaje lejano evitando el paisaje cercano cubierto de invernaderos. Esta escala cercana ha sido eliminada de manera intencionada elevando ligeramente el perímetro del patio-corral y pintando éste de colores rojizos para dar continuidad a los muros y las montañas.
Diego Torres: Estaréis entusiasmados con vuestra nominación a los Premios de la Unión Europea para la arquitectura contemporánea- Mies Van der Rohe.
Álvaro Carrillo: Ha sido algo inesperado y bastante grato. No ha cambiado nada, solo ha fortalecido la aptitud que venimos desarrollando, conectar nuestra arquitectura con los lugares en los que se inscribe y ser coherente con el pensamiento que defendemos y desarrollamos desde la oficina, que además es fácilmente localizable en nuestros proyectos.
Diego Torres: ¿A qué compañeros de profesión admira?
Álvaro Carrillo: Admiro a todos los compañeros que proyectan una aptitud acorde con las sensibilidades que vivimos hoy en día, sensibilidad ecológica, de reciclaje, política, social, y que hacen un esfuerzo por estar conectados con la realidad en la que se insertan sus arquitecturas. Para nosotros son referencias muchas otras disciplinas más allá de la arquitectura, como son la moda, artesanía, biología, arte…

Diego Torres: Anteriormente nos has hablado de la importancia del entorno a la hora de diseñar una obra. En “El parlamento de la naturaleza”, ¿cómo has relacionado al ser humano con la naturaleza en esta creación artística que presentasteis en la pasada Bienal de Arquitectura de Venecia?.
Álvaro Carrillo: Entender que la arquitectura es una disciplina que se actualiza en tiempo presente nos posiciona en una situación no estable desde la que hemos desarrollado esta reflexión. “El parlamento de la naturaleza” ha sido muy importante para nosotros ya que nos ha llevado a analizar los paisajes tal y como son pero cambiando la manera de analizarlos e incluir la acción del hombre en el análisis de los ecosistemas. No podemos entender un ecosistema como un boque o un campo de regadío sin las infraestructuras, agentes humanos, no humanos, normativas, etc.… que forman parte de ellos.
Por ejemplo, no podemos entender ciertos paisajes de Madrid si no incluimos en la discusión la M-30, las políticas del aire actuales en la ciudad y las migraciones de las aves que pasan por allí. Por ello este análisis ha sido realizado desde una visión eco-céntrica teniendo presente la nueva edad geológica en la que vivimos, el antropoceno.
Diego Torres: Respecto a la voracidad del ser humano ante la naturaleza, ¿eres realmente pesimista?
Álvaro Carrillo: En la universidad de Alicante hemos estado trabajando con los alumnos sobre el origen y los ciclos a los que pertenecen diferentes materiales que hemos recogido en las playas y las lagunas. Impresiona bastante cuando analizas por ejemplo una colilla de un cigarro y tomas conciencia del problema global que supone un simple filtro. Te das cuenta de que hay muchos colectivos esforzándose mucho por concienciar educar y reciclar pero por otro lado el pesimismo surge cuando estos asuntos no se tratan como asuntos políticos y de conciencia colectiva. Soy optimista con las generaciones que vienen detrás, sin duda despliegan unas sensibilidades muy renovadas y unas conciencias muy potentes. Es tiempo de aprender de los más jóvenes. Tenemos el ejemplo de Greta Thunberg.
Diego Torres: ¿Cómo resultó tu participación en la Bienal de Arquitectura de Venecia? Hay que recordar que España ganó el León de Oro en la Bienal anterior. Parece ser que en el extranjero admiran con fervor nuestras propuestas.
Álvaro Carrillo: Creo que la estrategia de los comisarios ha sido acertada, después de ganar el máximo premio. Llamar al mundo académico y universitario a participar en el pabellón ha sido un éxito. Se pudieron ver trabajos de fin de carrera como tesis doctorales de arquitectos españoles muy reconocidos en el mismo espacio. Esto daba una visión de lo que está por venir. Nos alegramos mucho cuando el comité de evaluación seleccionó “El parlamento de la naturaleza” entre 1223 presentados, como un proyecto que se enmarcaba como “sostenible” en unos de los 56 adjetivos que se usaron para definir las gran diversidad de trabajos acogidos por la muestra y que organizaban espacialmente el pabellón.
Diego Torres: Otra de tus grandes aventuras fue la de formar parte del equipo en el diseño del nuevo Guggenheim de Helsinki.
Álvaro Carrillo: La forma en la que desarrollamos este concurso define nuestra aptitud y forma de trabajar. Cuando haces un concurso siempre lo haces pensando en ganar pero esto era otra cosa. Fue una convocatoria mundial de una institución que siempre ha sido visible gracias a sus edificios icónicos diseñados por arquitectos pertenecientes al “Star sistem”. Se dieron las condiciones perfectas. Fuimos un grupo de profesores de la Universidad Tecnológica de Sídney, Carmen Blanco, Urtzi Grau, Cristina Goberna y yo, y Jorge López Conde el cual se dejó liar desde Madrid. Cada uno con perfiles e ideas diferentes pero en una sintonía común. Teníamos claro que había que trabajar con un edificio que fuera un anti-icono y que desafiara la estrategia que había planteado el Guggenheim hasta ahora. Así surgió 33 Rooms. Fuimos finalista en el concurso planteado por el Guggenheim haciéndoles una crítica al propio Guggenheim.

Diego Torres: Álvaro Carrillo es un artista renacentista en estos inicios del siglo XXI. A tu labor de arquitecto añadimos la disciplina de diseñador. Has creado Calypso y Big Calipso, acuñando un nuevo término: la Tecno-jardinería. ¿En qué consiste tu “invento”?
Álvaro Carrillo: Este proyecto fue fruto de una beca para el diseño del Ministerio de Cultura Educación y Deporte que desarrollé junto a la arquitecta Paula Curras y donde uno de los temas con el que nos interesaba trabajar era el aire, el aire como “material de construcción”. Es un elemento que no se ve pero que está ahí y al igual que los espacios que habitamos afectan a nuestro estado de ánimo y salud, el aire también.
Al empezar a trabajar con el aire nos dimos cuenta de que ya había muchos profesionales trabajando sobre el tema, por ejemplo la NASA, que son los que más atención prestaron a este asunto al enviar las primeras estaciones al espacio. Fruto de esto, esta institución publicó en los 80 una lista de plantas, muchas de ellas muy fáciles de encontrar en tiendas, que tiene un efecto muy positivo sobre la calidad del aire en un espacio interior.

Calypsos son una serie de dispositivos que desafían desde sus diseños y sus lógicas, la gestión del aire en el interior de las viviendas a través de dos giros pragmáticos: La combinación de la tecnología y la jardinería para incrementar la calidad del aire en el interior de las viviendas.
El ensamble de tecnologías sencillas con especies vegetales permite crear tácticas de diseño efectivas desde un punto de vista plástico y tecnológico. El aire es un material de diseño y hay que preformarlo y negociarlo. Para ello, Calypsos se materializa en varios prototipos a diferentes escalas cuyos componentes, fácilmente customizables varían de colores y materiales.
Diego Torres: ¿Y en qué momento de tu trayectoria se encuentra el proyecto Big Calypso?
Álvaro Carrillo: Big Calypso fue un cambio de escala de Calypso desarrollada de manera determinada para la vivienda” Real state boom house” llevada a cabo por el arquitecto Lluis Alexandre Casanovas. Trabajamos con los mismos elementos pero transformando el neón en las lámparas de la vivienda así como la planta de Calypso en un jardín vertical e incorporando un ordenador interno que gestiona las funciones de los elementos del jardín e interactuando con el usuario de la vivienda. Por ejemplo Big Calypso tiene un sensor de que mide el polvo que flota en el aire, si detecta grandes niveles lo neutraliza con iones negativos tirándolo al suelo. Una vez en el suelo el propio jardín hace parpadear las lámparas. Este diseño de interacciones entre nuestra arquitectura y el usuario son temas con los que trabajamos en la oficina. Nos parece que el usuario debe implicarse en el cuidado de la arquitectura y el confort de una manera más activa. Del usuario pasivo al usuario activo.

Diego Torres: ¿También te interesa el diseño práctico y de gran consumo?
Álvaro Carrillo: El nivel de practicidad de un diseño es un asunto relevante pero también hay veces que toman protagonismo caracteres más estético o económicos. Por ejemplo en la lámpara Bellavista Chandelier, nos interesaba trabajar con profesiones que están desapareciendo y revisar sus técnicas desde un punto de vista estético contemporáneo. En este caso el neón. Desarrollado por los artesanos barceloneses Villoro Neones.

Diego Torres: ¿Qué ha supuesto «Casa Elástica» en su currículum?
Álvaro Carrillo: La «Casa Elástica» surge como un encargo económicamente imposible. Esto nos llevó a tratar de romper ciertas lógicas a la hora de presupuestar junto con los oficios y elegir materiales que cumplieran su función final dentro de la vivienda pero traídos de otro mundo constructivo como el industrial. La cocina no la construyó un carpintero, la hizo el herrero pero sin saber que estaba haciendo una cocina como tal. Otro ejemplo: el cuarto de baño fue alicatado pero se impermeabilizó con mortero para sellar tuberías industriales. Materiales deslocalizados de su uso común que arrojan otras estéticas.
Esto es lo que algunos compañeros de profesión han llamada la “estética de lo pobre”, que responde a toda esta arquitectura que se ha desarrollado durante la crisis económica y donde se ven los materiales puros, los morteros bastos, o lo metales sin lacar, así como las maderas sin tratar.

La planta de la vivienda es cuadrada con una diagonal que la cruza generando tres situaciones:
1/ un muro diagonal que acoge todas las instalaciones de agua y saneamiento así como eléctricas y armarios. Reduciendo costes de esta manera.
2/ un embudo que resuelve la orientación norte de la vivienda y permite introducir la claridad hasta la entrada de la vivienda.
3/ un tratamiento de lo común y lo público dentro de la vivienda muy diferenciado casi oculto pero a la vez con posibilidad de unirse y ampliarse a través de estrategias sencillas como son las puertas correderas de gran formato.
La pintura toma protagonismo en la vivienda dando color a los espacios, en los planos de techo pared y suelo con la intención de que el usuario perciba dentro de un mismo espacio otros con leyes implícitas diferentes.

Diego Torres: También has colaborado en «Miradas de mujer», de nuevo con Ernesto Artillo.
Álvaro Carrillo: En este proyecto Ernesto me invitó a trabajar con él al tratarse de una intervención de escala urbana, donde había aspectos técnicos en los que nuestra oficina se hacía relevante. Fue complejo llegar a un consenso, ya que presentamos varias propuestas a la administración de Málaga hasta que acabamos perfilando Miradas de Mujer. Sin duda creo que conseguimos unos de los objetivos que fue desafiar la establecido y reclamar un espacio público sensible al género en su construcción y algo tan aparentemente sencillo como la igualdad entre mujeres y hombres. Para mí a nivel personal, fue un proyecto muy importante y como siempre trabajar con Ernesto un placer y una aventura. Siempre pasan cosas inesperadas y muy enriquecedoras cuando trabajas con otros profesionales.

Diego Torres: Incluso se ha atrevido con el diseño de escenarios para el teatro, ¿realizarás más proyectos en esta disciplina?
Álvaro Carrillo: En el proyecto «Super Power of ten», Andrés Jaque, hizo una revisión de la película Power of ten que los Eames presentan en el año 1977. El formato elegido fue el teatro por su versatilidad a la ahora de expresar el proyecto, para el cual Jaque nos invitó a varios artistas y arquitectos a desarrollar cada una de las escenas.
Me interesan las ideas y elegir bien los formatos para llevarlas a cabo, desde este punto de vista me interesan cualquier disciplina que me permita desarrollar los proyectos de manera exitosa.
Diego Torres: Además del hotel en Indonesia, ¿qué tienes entre manos actualmente?
Álvaro Carrillo: En este último año hemos desarrollado tres proyectos expositivos, donde convertir en espacio la narrativa creada por comisarios, nos ha abierto nuevas puertas de pensamiento así como de materiales y estrategias espaciales. Lo efímero y desmontable toma protagonismo en estas arquitecturas. Hemos trabajado desarrollando la exposición que se celebró en Octubre en el palacio episcopal sobre la figura de Imperio Argentina, así como la exposición sobre el festival de cine de autor de Benalmádena. Un festival muy interesante y relevante para nuestra cultura cinematográfica en la etapa de la dictadura.

Diego Torres: Álvaro, tu resides en Málaga, ¿Qué está sucediendo a nivel creativo en esa ciudad? Aquí en Sevilla todo el mundo les admira.
Álvaro Carrillo: Me interesa la Málaga creativa que por desgracia adolece del apoyo institucional que merecería. Hay una red de pequeñas galerías y de eventos que van tomando protagonismo de manera lenta pero con paso firme frente a la cultura más institucionalizada de la cual también disfruto pero con la vista centrada en lo que aún está por llegar.
Diego Torres: ¿Te atrae alguna otra ciudad del mundo?
Álvaro Carrillo: He viviendo en Sídney, ciudad que ha influido mucho en como soy, me gustan este tipo de ciudades muy cosmopolitas y abiertas 24h pero al mismo tiempo también encuentro muchas otras cosas interesantes en entornos rurales como Cabo de Gata o el Palmar en Cádiz.
Diego Torres: Como hemos podido descubrir, colaboras con innumerables artistas, ¿nos podrías adelantar algunas de tus próximas colaboraciones?
Álvaro Carrillo: Siempre decimos que tenemos una oficina pequeña en cuanto a espacio, pero muy grande en cuanto a la gente. Actualmente estamos trabajando con Alicia Navarro, investigadora e historiadora y con varios diseñadores de moda en Madrid, intentando conquistar las playas con sombras.
Diego Torres: Muchas gracias Álvaro, ánimo y hasta pronto.
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