Nuestra cuarta entrevista en Diálogos en la distancia está protagonizada por Cristina Heeren, fundadora y alma creativa de la Fundación Cristina Heeren de Arte Flamenco en Sevilla y de la Escuela Internacional de Flamenco. Una Fundación que nace en 1993 gracias a la pasión y admiración por el arte flamenco de nuestra tierra. Norteamericana de nacimiento, desde aquel 1993, Cristina se dedica en cuerpo y alma a la promoción, enseñanza y conservación del flamenco en Andalucía y España.
Desde su prestigiosa Escuela Internacional de Flamenco ha formado desde entonces a más de 6.000 jóvenes de todo el mundo en el arte del Cante, del Baile y de la Guitarra.
Actualmente y a causa de esta dramática pandemia del covid-19, Cristina Heeren se encuentra retirada en el campo en su finca de Granada pero su Escuela continua la labor de enseñanza ya no de manera presencial sino de manera on line.
Desde la primera semana de clausura de las clases presenciales, la Escuela Internacional de Flamenco Cristina Heeren tuvo clara la adaptación a este confinamiento y decidió continuar las clases de manera telemática. Un aula virtual en el que alumnos y profesores utilizan recursos digitales para estudiar a distancia durante el cierre de la escuela de flamenco, mientras el personal teletrabaja y presta atención online y telefónica a sus alumnos.
El equipo directivo y los profesores han ideado una adaptación del plan de estudios habitual realizando videoconferencias por medio de Skype y Zoom, y grupos de whatsapp para comunicarse entre el profesorado y los alumnos.

«El mundo se puede parar, pero el flamenco nunca se va a parar porque va dentro del alma», así resume el maestro José de la Tomasa el deseo de toda la Escuela de continuar con su labor desde la aparición de la pandemia.
Como explica Pepa Sánchez, directora académica de la escuela, «no podemos suplir la esencia presencial de nuestro plan de estudios, ni el contacto en vivo entre cantaores, guitarristas y bailaores, pero sí podemos ayudar a los alumnos con lecciones técnicas, recursos y correcciones, utilizando herramientas digitales a nuestro alcance en teléfonos móviles, tablets y ordenadores».
De esta manera y con ayuda de los coordinadores de cada área, la dirección académica ha elaborado un planning de estudio a distancia, orientado al repaso de contenidos impartidos en lo que va del segundo semestre, de cara a la preparación de los primeros exámenes parciales. «La operativa es muy compleja, pero nos compensa el enorme esfuerzo que están realizando tanto los alumnos, como los profesores y auxiliares. A todos nos está emocionando la generosa respuesta de esta familia que es la Fundación Cristina Heeren, más unida que nunca… a pesar de la distancia», confiesa Sánchez.
Todo el personal administrativo teletrabaja para seguir atendiendo a los alumnos y gestionando los trámites disponibles on line en la web oficial de centro. Además, el equipo está ya elaborando posibles reorganizaciones de calendario para recuperar horas lectivas presenciales, en la medida de lo posible, siempre teniendo en cuenta lo excepcional de la situación a escala internacional.
La página www.flamencoheeren.com sigue actualizándose a diario, al igual que las redes sociales que, en estos días, no sólo difunden información y comparten artículos en prensa sino que también alivian las jornadas de confinamiento rescatando de sus archivos vídeos y fotos de clases y actuaciones, material que los seguidores están agradeciendo y respaldando con cientos de likes y miles de reproducciones. Un ejemplo, el primer minuto de la zambra que Pastora Galván, profesora invitada, ha montado en su cursillo de marzo: ya va para las 30.000 visualizaciones en Facebook.
El flamenco no se detiene… y la Fundación Cristina Heeren tampoco.
Por todo lo comentado anteriormente creemos oportuno publicar en estos momentos la entrevista realizada hace unos meses con su directora Cristina Heeren, para demostrar que el flamenco no se detiene. Es mucho más fuerte la pasión de todos los profesores y sus alumnos.
Cristina Heeren.
Una vida de sueños cumplidos.
Entrevista realizada por Diego Torres.
Fotografías de Manuel Galindo.
Diego Torres: Nos gustaría recordar en esta primera pregunta la figura de su padre. Fue un gran aficionado al flamenco, la llevaba a tablaos e incluso tocaba la guitarra española… y gracias a él usted se formó un oído y una afición: ¿cuáles son sus recuerdos de aquella infancia con él?
Cristina Heeren: Teníamos mucho en común. Hablábamos de temas que a mi madre no le interesaban para nada. Hablábamos de las armonías flamencas, y todo eso. Teníamos también los animales, él era muy bueno con los perros, existía una conexión. No era como una relación que tiene hoy en día un niño con su padre que es mucho más cercana, ¿no?, ahora el padre está mucho más presente en la educación y en la vida cotidiana del hijo. Había una pequeña distancia ahí, pero nos llevábamos muy bien y nos hemos divertido mucho.
Diego Torres: Su padre Rodman Heeren, se casó con la conocida socialité brasileña Aimée de Sotomayor. Gracias a la educación que le brindaron sus padres usted creció y se rodeó de una infinidad de grandes nombres y personajes del arte en todas sus disciplinas: Yves Montand, Jacqueline Kennedy, Julio Cortázar, Ava Gardner, Ernest Hemingway o Orson Welles, otro gran apasionado de la cultura española… ¿De qué hablaba con Orson Welles?
Cristina Heeren: Pues de toros. Lo conocí en mi época taurina, en las corridas. Él era un experto en dolores de cabeza. Hacía unos masajes muy especiales… (risas). Recuerdo en una verbena de San Antonio en la que tenía migraña, y él me dijo que me la quitaba. Se puso detrás de mí a hacerme un masaje en la cabeza y funcionó, e incluso me quitó también todo el maquillaje.
Diego Torres: Los años 60 fueron sus años como estudiante en la universidad en Madrid, y llegó a conocer ese Madrid en blanco y negro, con sus inocentes tópicos y los personajes nocturnos de una España franquista y costumbrista, como los que aparecen en la serie de Paco León, Arde Madrid. ¿Esos días de vino y rosas son los que motivaron su atracción definitiva por España?
Cristina Heeren: En parte sí, motivaron mi amor por este país. Aunque yo soy más campesina… (risas). Fue una época maravillosa, además como era una ciudad relativamente pequeña pues los fines de semana me iba al campo con mis padres. Estudié un año allí, y mis padres después dijeron que ya está bien… aunque creo que fue porque vieron una parte de fiesta y “juerga” durante ese año mientras estudiaba.
Diego Torres: Bueno, la fiesta también forma parte de la vida académica.
Cristina Heeren: Sí, pero yo tenía otro tipo de vida, no es como la fiesta hoy en día. Yo era muy aficionada al flamenco e iba mucho a los tablaos, y volvía muy tarde… Vaya, a veces iba hasta directamente del tablao a clase y viceversa. Después de ese momento, entré en la carrera en Nueva York, y entré haciendo Ciencias Políticas, que era lo que había elegido, pero después cambié de carrera e hice Literatura, inspirada por una clase de Carlos Bousoño, y ya no quise seguir la política.
Diego Torres: Vivió en la casa de una amante de Picasso en París, ¿verdad?
Cristina Heeren: Sí, bueno, ella era la propietaria y yo la inquilina, la verdad que nunca hablamos de ese tema. Era un tema un poco tabú, como es evidente.
Diego Torres: ¿Y qué se lleva usted de París?
Cristina Heeren: En París trabajé como montadora de cine en una época muy interesante. La película se cortaba de verdad, el rollo en sí. Cuando llegaba el rollo, se cogían las tijeras y se cortaba y pegaba. Era otra profesión completamente. Se preparaban versiones diferentes, venía el director y elegía la que más le gustaba. Entonces le metíamos la música, que era lo más divertido para mí. Era mágico y muy habilidoso.
Diego Torres: ¿Nos podría relatar los viajes y destinos de la obra pictórica “El bote blanco”, de Sorolla?
Cristina Heeren: Por supuesto,»El bote blanco» lo compró al final su bisnieta Blanca Pons-Sorolla, que es muy amiga mía, y además escribió un libro muy interesante sobre los clientes del mismo. La obra, se la llevó mi abuelo, pero estaba en manos de una prima de mi padre. Ella era una señora así “solterona”, terriblemente tacaña, tenía una casa grande y mal cuidada… y ahí estaba el Sorolla, abandonado, porque ella no vivía en la casa. Pensamos que algún día podrían robarle y que sería un desastre. Mi padre hablaba mucho con ella e intentaba convencerla para que se lo vendiera a él, y estuvimos así años y años, visitando el cuadro en esa casa siniestra inhabitada y abandonada. Al final, cuando ella murió, nuestra sorpresa fue que le dejó el cuadro a mi padre en su testamento. Mi madre tuvo la tentación de venderlo, y yo me enfrenté a ella. Le dije que ella tenía todo lo que era de mi padre, y que subastase todo lo que ella quisiera, pero como vendiera ese cuadro, cortaría mi relación de hija con ella. Y gracias a eso, hemos conservado la obra, la cual viaja por el mundo entero, tiene muchísimo éxito y ahora mismo esperamos que vaya también al museo Metropolitan de Nueva York. Es fenomenal que el mundo conozca a Sorolla, que fue realmente un gran precursor del movimiento impresionista.
Diego Torres: Fue una gran amiga de Antonio Ordóñez y de sus dos hijas, con él vivió el mundo del toro con gran pasión, pero con el paso del tiempo ha empezado a cambiar sus sentimientos hacia los animales y es una acérrima apasionada de la Etología. Andalucía es una tierra que ama especialmente a los animales y su libertad en el campo, el ser humano ha conseguido dominar al caballo, pero no así con el toro. En los genes del toro está siempre embestir. El toro es historia y símbolo eterno de España, pero… usted ya no visita tan frecuentemente las plazas de toros, ¿verdad? ¿quizá continúa visitando las plazas porque aún puede más su admiración por todo lo relacionado al arte del toreo?
Cristina Heeren: Mi época taurina ya ha pasado, excepto cuando me invita algún amigo y voy. Lo he resuelto en el pasado, pensando que cuando el arte se hace más importante que la crueldad, entonces podemos aceptar esta tradición. Ahora, si vas a una corrida mediocre, sí que lo sufres mucho. Ahora me dedico mucho más a los animales que a ir a ver corridas de toros. Es muy chocante, pero lo tengo procesado y he cambiado en ese sentido. Leo mucho sobre “etología”, sobre la psicología animal, porque te sorprenden mucho los animales, y me encanta cómo pueden llegar a ser tan inteligentes y conscientes de todo.
Diego Torres: Hablemos ahora de su Escuela de Flamenco. Impresiona la calidad e importancia en la elección de los profesores: desde Pepa Sánchez, Milagros Menjíbar, Javier Barón, Fernando Jiménez, Luisa Palicio, Antonio Molina «El Choro» , que ya apareció en nuestra revista, Beatriz Rivero, Rosi Navarro «La Divi», el guitarrista Pedro Sánchez, y la bailaora y guitarrista Patricia Lozano. ¿Desde el comienzo tenía claro que debían ser grandes nombres del flamenco los profesores de su academia?
Cristina Heeren: Sí, quería que fueran gente conocida por los alumnos para su motivación. Siempre me ha parecido importante. Como las masterclass, que siempre estamos buscando gente relevante y nueva para ofrecerles a los alumnos también una visión más completa de lo que es el flamenco.
Diego Torres: En sus clases se estudia la Teoría y la práctica, pero sobre todo se insiste en practicar, practicar y practicar. ¿El talento debe trabajarse?
Cristina Heeren: La técnica se aprende, cualquier persona que le dedique tiempo se aprende. No se aprende a ser artista, la técnica le da alas al artista, pero eso lo lleva en la sangre. No tiene que preocuparse nunca y que además se ve limitaciones, que es lo que nosotros buscamos en la Fundación.
Diego Torres: ¿Estará de acuerdo que también es importante aprender la historia del pasado del flamenco, verdad?
Cristina Heeren: Las clases teóricas están muy bien diseñadas por Pepa Sánchez, que es hija de cantaor y además tiene un doctorado en flamenco. Vemos las distintas influencias de música y luego los antiguos y variaciones de éste. Tienen que saber distinguirlas, es muy rígido y difícil, pero los alumnos lo hacen, por ejemplo, las soleás. Es importante estudiarlo.
Diego Torres: Siempre que puede intenta asistir a las clases como una alumna más. ¿Usted aprende también cada día con ellos?
Cristina Heeren: Me gusta mucho cuando voy y, además, me molesta cuando estoy disfrutando con los alumnos y me llaman para firmar papeles (risas). Aprendo mucho de los profesores, pero también es muy interesante y fresco conocer a los alumnos, ver su evolución y seguirlo. Después de los tres años de curso, recomendamos siempre que se queden un año más para hacer unas prácticas, porque así tienen la posibilidad de trabajar con los profesores codo con codo, ser monitores de otros alumnos nuevos. Aprenden más de esto, claro.
La relación con los alumnos es fantástica, siempre charlamos y siempre estamos abiertos a cambios, a mejorar, y todo eso. Son 85 alumnos en el curso anual, y por la tarde vienen incluso niños más pequeños.
Diego Torres: En el día internacional de la mujer de este año usted reunió a unas mujeres tocaoras de guitarra para dar visibilidad e importancia a la mujer en un mundo, el del flamenco, dominado casi exclusivamente por guitarristas masculinos. ¿Por qué aún no ha eclosionado, a nivel gran público, una mujer guitarrista?
Cristina Heeren: Muchas veces cuando hay una diferencia así, creo que es por razones físicas. La mano derecha requiere mucha fuerza, y no todas las mujeres la tienen por mucho que se entrenen. No somos iguales, es totalmente absurdo decir que somos iguales. Somos quizá ¡mejores! (risas), pero no iguales. El feminismo, para mí, no busca la igualdad, sino la equidad, es decir, el mismo nivel de oportunidades. Por nuestra morfología también es incómodo, evidentemente, te aprieta el cuerpo.
Diego Torres: Ya para ir terminando y por mera curiosidad… ¿cómo son sus fiestas en su casa?
Cristina Heeren: Las fiestas flamencas, los años sesenta en Madrid… eran brutales. Era todo un desmadre, todo el mundo nos disfrazábamos, me encantaba. También escuchábamos mucho flamenco en estas casas, y he visto cosas muy buenas al mediodía, es curioso. El flamenco de mediodía casi no se ve, es todo por la noche. Pero es maravilloso, en muchos cumpleaños, gente que cantaba, bailaba… Aún así, si te soy sincera… no me gusta mucho la fiesta, en el fondo. Me gusta el flamenco, pero no la fiesta que lo acompaña.
Diego Torres: Muchas gracias Cristina.
Transcripción: Andrea Garrido.
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